Bogotá, 7 de junio de 2022. ¿Qué tanto sabemos de los océanos? Partamos del hecho de que las tres cuartas partes de nuestro planeta son agua, y que, de esas partes, el 97 % son océanos. Albergan una gran cantidad de especies de fauna y flora; se calcula que unas doscientas mil especies pueden habitar allí, pero su potencial de crecimiento puede ser de muchos más millones.
Los océanos son los mayores fijadores de dióxido de carbono, un gas efecto invernadero que aporta al cambio climático; este fenómeno ha contribuido a que se acidifiquen e impacten en la pérdida de biodiversidad marina, como sucede con los arrecifes de coral, que se han afectado en un 20 %, con efectos irreversibles.
De acuerdo con un informe de Naciones Unidas, más de tres mil millones de personas dependen de los ecosistemas marinos y de sus costas para obtener su sustento, además de ser una fuente principal de proteínas para esta población. Sin embargo, el consumismo desmedido que se ha venido presentando en los últimos años ha impactado de manera importante en los océanos, pues los residuos resultantes de los procesos de consumo han ido a parar en gran proporción a las costas y los mares, afectando así a la fauna y flora existente.
De otro lado, la inadecuada gestión del medio marino provoca la sobrepesca. El Programa de las Naciones Unidos para el Medio Ambiente estima que los impactos económicos por estas inadecuadas prácticas en los océanos ascienden aproximadamente a los 200.000 millones de dólares por año.
Mantener la salud de los océanos impacta de manera considerable en los esfuerzos que se realizan para la adaptación al cambio climático, así como la mitigación de sus impactos.
Entonces, ¿qué podemos hacer?
Carolina, Barreto, docente de la Facultad de Negocios, Gestión y Sostenibilidad del Politécnico Grancolombiano, afirma que “para la agenda de desarrollo sostenible, así como sus objetivos, es importante considerar acciones que ayuden a mitigar los efectos adversos que los océanos han venido padeciendo durante las últimas décadas. El objetivo 14 ‘vida submarina’, tiene una serie de acciones que conducen para el 2030 a mejorar la calidad submarina en relación con la prevención asidua de la contaminación, minimizar los efectos de la acidificación de los océanos y realizar, mediante la investigación, aportes contundentes para gestionar adecuadamente estos ecosistemas”.
La docente presenta cuatro acciones claves que se pueden hacer desde lo personal para contribuir de manera importante en que estos grandes ecosistemas se puedan preservar, incluso, viviendo lejos del mar:
1. Comprar productos locales que provengan de los océanos, es una acción responsable. Se debe procurar porque estos sean producidos de manera sostenible.
2. En cuanto a los hábitos personales, tomar el transporte público, desconectar los equipos electrónicos y ahorrar energía, ayuda a disminuir la huella de carbono que impacta de manera considerable en el aumento del nivel del mar.
3. Reducir el uso de plásticos es clave.
4. Si están en las playas, ayudar a que se mantengan limpias.
Contribuir a que los océanos perduren es necesario para existencia, para la conservación biológica de las especies y para la vida misma.
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