En medio de un país convulsionado por la protesta social, con la expectativa puesta en un incierto proceso de diálogos con las Farc y en un proceso preelectoral en el que el presidente Juan Manuel Santos deberá decidir si busca o no la reelección y cargando aún con la cruz del desprestigio ante la opinión pública nacional, el Congreso de la República instala hoy la legislatura 2013-2014, la última del cuatrienio, que para muchos debe ser la de la paz.
La coalición de la Unidad Nacional se mantiene firme en cuanto al respeto de los pactos para elegir nuevas mesas directivas. La presidencia del Senado le corresponde al Partido Liberal con Juan Fernando Cristo, la primera vicepresidencia a los conservadores y será para Carlos Emiro Barriga, y la segunda vicepresidencia sería para el Partido Verde con Félix Valera. Y hay que decir sería porque los indígenas están reclamando el puesto para Germán Carlosama y se dice que el partido Opción Ciudadana (antiguo PIN) también quiere entrar en el pulso.
En cuanto a la Cámara de Representantes —si no hay sorpresas de última hora, pues por algo dicen que tratándose de política hay que esperar hasta el último momento—, el presidente será Hernán Penagos del Partido de la U; el primer vicepresidente Germán Blanco del Partido Conservador y en la segunda vicepresidencia hay también una disputa entre el partido Alas, que ha postulado a Roberto José Herrera, y el Movimiento Inclusión y Oportunidades (MIO), que quiere poner a Heriberto Arrechea Banguera en el cargo.
“Definitivamente, el Congreso es el trompo quiñador de los sistemas democráticos”, dice con desencanto Gregorio Eljach, secretario general del Senado, refiriéndose al 64% de desfavorabilidad que muestra la corporación según la mas reciente encuesta de Gallup y advirtiendo que la misma percepción de desconfianza de los ciudadanos colombianos respecto a su Legislativo se repite en los demás países de la región. Para Eljach, el Congreso “es una muy compleja confluencia de intereses y por lo tanto la más elocuente expresión de la democracia. Todos los reflectores del país están proyectados sobre el Capitolio y mantener en alto su prestigio no es tarea fácil”.
Una realidad ineludible y que en materia de imagen tiende a empeorar, teniendo en cuenta que en la nueva legislatura la mayoría de congresistas alternarán su trabajo con buscar votos para su propia reelección. Por eso, desde el Gobierno no se espera que la carga de proyectos sea alta. Por ahora, la expectativa está en la anunciada reforma pensional, que según el ministro de Trabajo, Rafael Pardo, apuntará a aumentar el numero de afiliados, lograr equidad y que el sistema sea sostenible. Otro objetivo es sacar adelante la ley ordinaria de la salud y el Código Penitenciario, que ya han cursado trámite en sus debates iniciales en el Congreso.
Por el lado de los partidos políticos, el presidente del liberalismo, Simón Gaviria, le dijo a El Espectador que impulsarán la ley de último empleo e insistirán en las iniciativas que buscan reducir los costos de los medicamentos y de la gasolina. Y el Partido Conservador, según su presidente Ómar Yepes, cree que las prioridades deben ser el trámite de la ley de presupuesto nacional y la de la salud. “Este es un año electoral y los congresistas tienen que dividir su tiempo entre su labor legislativa y las campañas por la reelección”, reconoció.
La agenda del Partido de la U, partido del Gobierno, no es muy diferente. “Hay leyes muy importantes que vamos a apoyar en su trámite, como la ordinaria de salud, vigencias futuras, y se debatirá el Código Penitenciario. El miércoles tendremos una reunión con la bancada para plantear las iniciativas de origen parlamentario. Esta es la última legislatura y no hay una agenda tan compleja”, manifestó el senador Aurelio Iragorri, presidente de la colectividad.
La oposición, por su parte, anuncia debates de control político y como van las cosas, el primero en pasar al tablero sería el embajador en Washington, Carlos Urrutia, por el escándalo de la compra de terrenos baldíos en el Vichada. El Polo Democrático insistirá en el estatuto de la oposición y los llamados partidos minoritarios —caso Opción Centro, MIO, MIRA y ahora la Unión Patriótica, entre otros— centran sus expectativas en la ley anunciada por el Gobierno, que les permitiría ir a las elecciones con alianzas para poder superar el umbral.
Sin embargo, todo lo que se anuncie para la legislatura que hoy arranca está condicionado, quiérase o no, al proceso de negociación con la guerrilla y, sobre todo, al fallo de la Corte Constitucional sobre el Marco Jurídico para la Paz, que marcará el punto de partida de los proyectos reglamentarios que el Gobierno deberá llevar al Congreso en materia de justicia transicional y posconflicto. Y también, quiérase o no, a lo que decida el presidente Juan Manuel Santos sobre su continuidad en el poder.
Fuente:El Espectador.com
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